Sé que te escondes porque así sois algunas mujeres: os gusta haceros esperar.
Sé que estás ahí fuera, inevitable, próxima, acechante;
agazapada, vestida con un camuflaje de noches heladas y escarcha.
No te veo. No te huelo. No te oigo cantar.
Sólo te intuyo en estas tardes engañosas aún demasiado cortas,
y sonrío sin atreverme a curvar demasiado mi boca
porque hoy estás cerca y puede que en breve no quede ni rastro de ti.
Aún estás muy lejana y de ti llega apenas aún un rumor...
pero te oigo llegar, paso a paso, desde la menguante lejanía
y no dudo de que eres tú.