lunes, 10 de mayo de 2010

Mi bigote

Algunas cosas se sabe cómo comienzan pero difícilmente se puede discernir cuál puede ser su final.

Hoy he visto (por fin) la película de Dennis Gansel La ola (Die Welle).




La he relacionado inmediatamente con un reportaje que leí ayer en el periódico sobre la situación de los inmigrantes mexicanos y centroamericanos en el Estado de Arizona a partir de la aprobación de la ley que penaliza la inmigración ilegal.

Hasta ahora, la policía no podía pedir la documentación a ninguna persona que no fuese sospechosa de haber cometido algún delito. A partir de ahora, sí. Cualquier latino es sospechoso. Aunque, como en el caso de José Rascón, lleve aquí 40 años y tenga ya todos los papeles en regla: "Nos sentimos vigilados. Todos. El miedo está a flor de piel. Los inmigrantes, tengan documentación o no, intentan ahora no salir de sus casas para evitar ser parados por la policía, humillados delante de sus hijos. Tenga usted en cuenta que rara es la familia en la que todos tienen documentación. Hay hijos nacionalizados con padres ilegales. Y al revés. Hay miedo, mucho miedo, créame. La gobernadora Brewer ha sembrado la semilla del odio y esa semilla crece rápido, necesita poca agua".


Para transmitir mi apoyo a la causa de unos hermanos que están sufriendo una persecución que puede tener unas consecuencias tan impredecibles como las del experimento pedagógico de Herr Wegner he barajado la opción de dejarme bigote.

"La nueva ley racista del Estado de Arizona", escribe Fuentes, "daña a individuos inocentes. Tal es el pecado de todo racismo. Entrevistados en la televisión norteamericana, varios oficiales de la policía de Arizona se quedaron sin argumentos. ¿Por qué detener a una persona de aspecto latino? Para asegurarse de que sus papeles estén en orden, creando la obligación de que todo moreno (bigotudo o no) lleve siempre consigo documentos de identidad. Como todos los grupos perseguidos. Como los judíos de la Alemania nazi".

Después de descartar esta opción estéticamente poco recomendable y políticamente poco eficaz, he optado por esto, por escribir una entrada en un blog desconocido de Internet, algo seguramente tan poco relevante como dejarme mostacho o no.

Sin embargo, quizás este pequeño granito de arena tenga un poco más sentido si se acompaña con una canción citada en el reportaje de Pablo Ordaz: Somos más americanos, de Los Tigres del Norte, en versión de Mariachi Guerrilla.





Por supuesto, lo que sí es políticamente relevante es denunciar una serie de iniciativas domésticas (por suerte no tan extremas) semejantes a las de la gobernadora de Arizona, que tratan de aprovechar la crisis económica para obtener votos cargando las tintas sobre el tema de la inmigración.

Otro tipo de polémicas más anecdóticas (folletos, gazapos y demás) no me parecen importantes porque no tienen el aspecto de iniciativa seria que tiene la noticia enlazada. Y, sin ninguna duda, propuestas más "expeditivas" no tienen cabida aquí ni siquiera para denunciarlas. Caiga sobre ellas el peso del olvido eterno.