miércoles, 28 de enero de 2009

Determinismo

determinismo.

(De determinar).

1. m. Teoría que supone que la evolución de los fenómenos naturales está completamente determinada por las condiciones iniciales.

2. m. Fil. Sistema filosófico que subordina las determinaciones de la voluntad humana a la voluntad divina.

3. m. Puta demostración de que el mundo es un lugar sumamente jodido en el que las injusticias tienden a perpetuarse, lo que a mí personalmente me hace hervir la sangre.


(Disculpen por los exabruptos, pero necesitaba desahogarme)

jueves, 22 de enero de 2009

Ironic

Un poco de música para sobrellevar el jueves


Alanis Morissette - Ironic

martes, 20 de enero de 2009

Las pantuflas de Dorian Gray



Dorian Gray sestea en un sillón de terciopelo morado, con sus brazos apoyados en los de teca del asiento. El quimono de seda japonés se abre negligentemente y bajo él asoma un par de pantuflas de felpa. Su belleza envidiada duerme como él. El reposo de la pose, el descanso del dandy.

Dijeron que en sus aposentos se ocultaba un cuadro que encerraba un secreto inconfesable. He abierto todas las puertas, he levantado los cortinajes, he movido el biombo de cuero español, incluso he rebuscado en el armario: dentro, debajo y encima. Camisas, corbatas, chalecos, levitas, pantalones, guantes, sombreros, bastones... Ni rastro del lienzo cuya existencia tantos sospechan y otros tantos temen. Otra fábula nebulosa, otra niebla fabulosa creada para ocultar la triste transparencia de lo cotidiano.

Dorian no ha cedido su alma a ningún retrato con arcanas potencias. No hay ninguna imagen que cargue con el peso de sus pecados mientras su bello cuerpo se mantiene eternamente joven.

Pregunten al doctor Lanyon el motivo por el que su deliciosa figura permanece inmutable para los paseantes que se cruzan con él. Pregunten al reverendo Paisley por qué no hay alma alguna que corromper. Ni uno ni otro lo reconocerán, pero ambos lo saben, como lo sabe Dorian, como lo sé yo.

El pecado -si lo hay- no deja huellas; tampoco lo hace el bisturí. No hay otro secreto en la aparente belleza de Dorian Gray, y a pesar de ello, como pueden comprobar, duerme a pierna suelta su siesta de senescente burgués.

lunes, 19 de enero de 2009

El hombre de arena

(...)

Salvo en las horas de las comidas, mis hermanos y yo veíamos a mi padre bastante poco. Estaba muy ocupado en su trabajo. Después de la cena, que, conforme a las antiguas costumbres, se servía a las siete, íbamos todos, nuestra madre con nosotros, al despacho de nuestro padre, y nos sentábamos a una mesa redonda. Mi padre fumaba su pipa y bebía un gran vaso de cerveza. Con frecuencia nos contaba historias maravillosas, y sus relatos lo apasionaban tanto que dejaba que su pipa se apagase; yo estaba encargado de encendérsela de nuevo con una astilla prendida, lo cual me producía un indescriptible placer. También a menudo nos daba libros con láminas; y permanecía silencioso e inmóvil en su sillón apartando espesas nubes de humo que nos envolvían a todos como la niebla. En este tipo de veladas, mi madre estaba muy triste, y apenas oía sonar las nueve, exclamaba: «Vamos niños, a la cama... ¡el Hombre de Arena está al llegar...! ¡ya lo oigo!» Y, en efecto, se oía entonces retumbar en la escalera graves pasos; debía ser el Hombre de Arena. En cierta ocasión, aquel ruido me produjo más escalofríos que de costumbre y pregunté a mi madre mientras nos acompañaba:

-¡Oye mamá! ¿Quién es ese malvado Hombre de Arena que nos aleja siempre del lado de papá? ¿Qué aspecto tiene?

-No existe tal Hombre de Arena, cariño -me respondió mi madre-. Cuando digo "viene el Hombre de Arena" quiero decir que tienen que ir a la cama y que sus párpados se cierran involuntariamente como si alguien les hubiera tirado arena a los ojos.

La respuesta de mi madre no me satisfizo y mi infantil imaginación adivinaba que mi madre había negado la existencia del Hombre de Arena para no asustarnos. Pero yo lo oía siempre subir las escaleras.

Lleno de curiosidad, impaciente por asegurarme de la existencia de este hombre, pregunté a una vieja criada que cuidaba de la más pequeña de mis hermanas, quién era aquel personaje.

-¡Ah mi pequeño Nataniel! -me contestó-, ¿no lo sabes? Es un hombre malo que viene a buscar a los niños cuando no quieren irse a la cama y les arroja un puñado de arena a los ojos haciéndolos llorar sangre. Luego los mete en un saco y se los lleva a la luna creciente para divertir a sus hijos, que esperan en el nido y tienen picos encorvados como las lechuzas para comerles los ojos a picotazos.

Desde entonces, la imagen del Hombre de Arena se grabó en mi espíritu de forma terrible; y, por la noche, en el instante en que las escaleras retumbaban con el ruido de sus pasos, temblaba de ansiedad y de horror; mi madre sólo podía entonces arrancarme estas palabras ahogadas por mis lágrimas: «¡El Hombre de Arena! ¡El Hombre de Arena!» Corría al dormitorio y aquella terrible aparición me atormentaba durante toda la noche. (...)

El hombre de arena, E. T. A. Hoffmann



domingo, 18 de enero de 2009

Español coloquial

ESPAÑOL COLOQUIAL
(o Innegables banalidades con las que lo pasamos bien)


Domingo tarde, a esa hora indeterminada de tomar café los días en que no hay otra cosa que hacer. No ha habido mañana porque ya era de día cuando se cerró la maratón de mala música, mala bebida y malas conversaciones. Por fortuna, a cierta edad un cortado y un cigarro lo arreglan todo.

- Vaya fiestón ayer, ¿eh?

- Ya te digo, tío.

- Al final, ¿qué tal con la rubita, golfo?

- Jejeje, bien, bien... ¿y tú con la amiga?

- Bah, más rara que un perro verde.

- Pues la otra era muy maja. Le he dicho que viniera a tomar algo si quería.

- Sí que debía ser maja, sí.

- Joder, tío, por un café no pasa nada.

- Es esa, ¿no?

- Uy, creo que sí, pero no creas que me acuerdo mucho.

- Hola...

- Hola... ups, hoy os movéis mucho menos que ayer, ¿eh?

martes, 13 de enero de 2009

Turba

Antonio Berni. Manifestación, 1934 (MALBA, Buenos Aires)


Turba, chusma, marabunta
de harapientos remedos de jirones;
tizne, mancha, tacha
de grises iconos desleídos.


jueves, 8 de enero de 2009

Viernes 23

Apunta en tu agenda, apunta...

sábado, 3 de enero de 2009

Feliz año

Feliz Año

Feliz Año nuevo

Feliz Año nueve

Feliz Año 9

9


1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8... 9



10, 11, 12 (y los que hayan de venir)