jueves, 14 de octubre de 2010

Alto jornal - Claudio Rodríguez

ALTO JORNAL

Dichoso el que un buen día sale humilde
y se va por la calle, como tantos
días más de su vida, y no lo espera
y, de pronto, ¿qué es esto?, mira a lo alto
y ve, pone el oído al mundo y oye,
anda, y siente subirle entre los pasos
el amor de la tierra, y sigue, y abre
su taller verdadero, y en sus manos
brilla limpio su oficio, y nos lo entrega
de corazón porque ama, y va al trabajo
temblando como un niño que comulga
mas sin caber en el pellejo, y cuando
se ha dado cuenta al fin de lo sencillo
que ha sido todo, ya el jornal ganado,
vuelve a su casa alegre y siente que alguien
empuña su aldabón, y no es en vano.

Claudio Rodríguez, Conjuros (1958)


A ver si resulta que los tantos misterios que buscamos en el fondo tienen sencillas respuestas.

miércoles, 13 de octubre de 2010

Sistema

El sistema /1

Los funcionarios no funcionan.
Los políticos hablan pero no dicen.
Los votantes votan pero no eligen.
Los medios de información desinforman.
Los centros de enseñanza enseñan a ignorar.
Los jueces condenan a las victimas.
Los militares están en guerra contra sus compatriotas.
Los policías no combaten los crímenes, porque están
ocupados en cometerlos.
Las bancarrotas se socializan, las ganancias se privatizan.
Es más libre el dinero que la gente.
La gente está al servicio de las cosas.

Eduardo Galeano, El libro de los abrazos

lunes, 4 de octubre de 2010

Revisiones y revisionismos

En pocos campos como en la Historia se puede citar con mayor propiedad los versos de Campoamor (en fin... esclavitudes de la tradiccional adicción a las citas) Y es que en el mundo traidor / nada hay verdad ni mentira: / «todo es según el color / del cristal con que se mira».

Ese relativismo acerca del pasado posiblemente tiene sus ventajas, como poner en cuestión la historia oficial siempre escrita por los vencedores; también nos permite echar la vista hacia atrás para hacer ciceronianamente de ella nuestra "magister vitae".

Lo que resulta indudablemente es que merece la pena saber lo que ocurrió hace unos años, unas décadas o unos siglos, sobre todo porque aquellos acontecimientos perviven y tienen influencia en los hechos que nos rodean en el presente. Que se lo pregunten si no a los contribuyentes alemanes que, en plena crisis del capitalismo financiero neoliberal, se han visto obligados a cumplir con el último pago de una deuda contraída hace casi un siglo tras la guerra que culminó la carrera colonial y expansionista europea.

Liquidada la deuda de la I Guerra Mundial


Esta mirada hacia el pasado tiene otra faceta más discutible, como es la tendencia actual a (re)crear tramas, personajes y hechos históricos usando claves totalmente contemporáneas. Esto, que en sí mismo no tiene por qué ser negativo, puede traer consecuencias nefastas, teniendo en cuenta el bajo perfil crítico y cultural de parte del público que consume estos productos "históricos".

Por ejemplo, buenos productos televisivos como Los Tudor o novelas como Los pilares de la tierra son muestra de que al público actual le interesa la Historia, pero se corre el riesgo de que este interés se convierta en un pueril y acrítico consumo de aventuras bien envueltas en trajes de época (al estilo de Águila Roja, o, ya llegando al delirio, aquellas referencias surrealistas contenidas en Xena, la princesa guerrera, como un emperador Julio César que luchaba contra la protagonista con una extraña mezcla de artes marciales).

Y de esa utilización de la Historia como excusa para adornar relatos de aventuras y como coartada para ocultar una gran escasez de imaginación al revisionismo puro y duro hay solamente un paso.

Por poner un caso concreto, piensen ustedes la esperable polémica que ha generado que en un país que hace poco más de 30 años estaba dividido por el muro de Berlín se haya lanzado un juego que consiste en matar a quienes tratan de cruzar el telón de acero por antonomasia. Unos hechos dolorosos y recientes que han dado paso a una serie de discusiones sobre la conveniencia, la sensibilidad o la inocuidad del lanzamiento.

Y ahora piensen lo que podría conseguir un político hábil con instrumentos de ese tipo aplicados a una población que ni sabe ni quiere saber nada del pasado ni de los ocultos mecanismos de la res publica.

Da miedo, ¿a que sí?