martes, 8 de mayo de 2007

¿Laicismo?

¿Laicismo? Sí, por favor.

Por supuesto hay que reconocer que algunas personas (especialmente las mitradas y sus acólitos) responderían a esta pregunta con una rotunda negación.

A juzgar por la noticia, Don Fernando Sebastián Aguilar, arzobispo de Pamplona y Obispo de Tudela, contestaría con un NO radical a la cuestión. Además, opta con total claridad por una línea política.

Así me gusta, Fernando... ¿Para qué andar con caretas?
Eso es, hablando clarito, para que todos sepamos de qué pie cojea cada uno:


8. Intervención de los católicos en los partidos no confesionales.

El otro tema importante anunciado es la participación de los católicos en los partidos políticos no confesionales. Hoy en España hay algunos partidos políticos que quieren ser fieles a la doctrina social de la Iglesia en su totalidad, como p.e. Comunión Tradicionalista Católica, Alternativa Española, Tercio Católico de Acción Política, Falange Española de las JONS. Todos ellos son partidos poco tenidos en consideración. Tienen un valor testimonial que puede justificar un voto. No tienen muchas probabilidades de influir de manera efectiva en la vida política, aunque sí podrían llegar a entrar en alianzas importantes si consiguiesen el apoyo suficiente de los ciudadanos católicos. Por eso no pueden ser considerados como obligatorios pero sí son dignos de consideración y de apoyo. Los grandes partidos, los que rigen la vida social y política son todos ellos aconfesionales, algunos radicalmente laicos y claramente laicistas. En esta situación la doctrina de la Iglesia la podemos resumir así.

  • La Iglesia no exige, ni recomienda, la constitución de partidos confesionales (partidos sólo de católicos, sólo para católicos, con política pretendidamente católica, incluso en las cuestiones contingentes y opinables).
  • Es legítimo a los católicos participar en partidos no confesionales, colaborando con no católicos, siempre que se reconozca la validez de la ley moral natural como norma moral para el tratamiento de todos los temas políticos.
  • Los partidos laicos, para que los católicos puedan participar en ellos, deben también reconocer y respetar la libertad de conciencia de los católicos para manifestar sus puntos de vista confesionales como fundados en la recta razón, y se admita la objeción de conciencia en todos aquellos temas que les parezcan contrarios a la moral natural o a la moral católica, tanto en las decisiones partidistas, como en las votaciones de los diputados y las decisiones de gobierno.
  • Los católicos no deben intervenir en aquellos partidos que expresamente nieguen la existencia de una ley moral objetiva que se debe respetar en la vida política o se manifiesten contrarios a la libertad religiosa de los ciudadanos en general, de los católicos, o de la Iglesia católica sin el reconocimiento de la objeción de conciencia y de la libertad religiosa de sus propios militantes y representantes.

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